Barcelona, 2007-2010
foto: Carlos Pina
foto: Carlos Pina
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foto: Carlos Pina
“La productividad moderna reduce lo cuesto de la reproducción mecánica y aumenta lo cuesto de la reproducción socrática. […] Ante la disyuntiva de tener tiempo o cosas, hemos optado miedo tener cosas. Hoy, se un lujo leer a Sócrates, no miedo lo cuesto de los libros, sino del tiempo escaso. Hoy, la conversación inteligente, el ocio contemplativo, cuestan infinitamente más que acumular tesoros culturales.”
Gabriel Zaid, Los demasiados libros. Anagrama, 1996
La sociedad oferente -millones de ofertas más o menos diferenciables- necesita cada día llamar más la atención sobre aquello que se nos ofrece como receptores -millones de individualidades aisladas-. Servicios, ocio, necesidades, reivindicaciones, gritos desesperados, marcas de identidad,... Todo se ofrece en la calle a través de papeles pegados en el mobiliario urbano, repartidos en mano y después tirados al suelo... Las inclemencias del tiempo, los servicios de limpieza, un papel enganchado encima, malogran o esconden estos papeles que nos ofrecían el mundo entero y ya sólo quedan los restos, casi ilegibles, de los paraísos prometidos, de las protestas enrabiadas, de los animales perdidos, de los pisos en venta,... papel tirado, que no sirve para nada, que ya no dice nada, que ya no es nada. Y entonces se reactiva la espiral, otra vez se renuevan ofertas, nuevas y viejas, un inacabable diálogo mudo entre carteles: un cantante de Casablanca actúa próximamente, en la academia de la esquina puedes aprender alemán y se hacen mudanzas económicas. Mañana quizás ya no estarán los carteles. Papeles, papeles y más papeles,... como las ofertas, como nosotros, millones de papeles que ya no mira nadie, como cartas anónimas sin destinatario, inútiles, pero que vuelven una y otra vez a aparecer. Pegatinas en las cerraduras, ¿qué cerrajero escogeré de entre las docenas que se anuncian? Para que la rueda no deje de girar, cada día tienen que aparecer más papeles. Diarios gratuitos, los buscas camino del metro y no los encuentras; un día, ves que en el asiento de al lado hay uno viajando como un pasajero más. No lo coges, no sabes quién lo habrá tenido entre sus manos. Un día te decides y lo coges, pasas rápidamente las hojas, ¡para tan poco contenido no hacía falta gastar papel! Papel derrochado, papel inútil, que acabará en el suelo, en la basura o, con suerte, en el contenedor azul. Dos chicos o chicas jóvenes repartiendo propaganda en el metro, todo el mundo lo coge y la tira a la primera papelera. ¿Todo el mundo? No, los hay que no tienen paciencia para esperar a la papelera. ¿Qué ha hecho el papel para merecer el suelo? ¿O quizás no sería mejor preguntarse el por qué de este gasto de papel? Si estamos en el metro, ¿necesitamos un folleto para explicarnos cómo se va en metro? Esta comunidad no admite publicidad, y a pesar de todo los buzones están llenos, ¿cómo estarían si la admitiera? Papel, papel, tirar papel por nada. De repente, una calle empapelada con poemas medio rasgados, poesía en papel tirada al vacío. Reivindicaciones, queremos..., no a..., libertad para..., carteles medio arrancados, pegatinas decoloradas. ¿Se consiguió? Me temo que no... papel mojado.
Y los árboles?... Vida perdida.
Papel mojado / Taller de reciclaje conceptual de papel (2007-2010) es un proceso performático desarrollado a partir de un trabajo en fotografía que se materializó en la construcción de objetos performáticos y la realización de un vídeo. Todo este proceso pretende hacer una reflexión crítica sobre la acumulación y el exceso de información en nuestra sociedad y las implicaciones que tiene su destrucción.
Taller de reciclaje conceptual (2009-2010) cierra la serie en torno (entornos + contextos) para hacer una revisitación final a los últimos restos de mi archivo personal y crear una obra totalmente nueva. Hay dos conceptos básicos en esta serie; en primer lugar, el abandono ritual de toda una serie de objetos acumulados a lo largo del tiempo; en segundo lugar, la contextualización del acto en sí y de los objetos abandonados dentro de la propia biografía personal, social e histórica. Taller... surge a partir de un trabajo en proceso, basado en la fotografía del material recogido en mi archivo.
Papel mojado pretendía hacer, fundamentalmente, un reportaje fotográfico de imágenes de papeles, carteles, pegatinas, diarios, etc., medio arrancados o tirados por el suelo en el entorno urbano para hacer una especie de registro de la información perdida o que no llegaría nunca a ningún destinatario.
Poco a poco, los vínculos entre ambos procesos se fueron enlazando hasta convertirse en un único proceso formado por múltiples partes que conforman una obra con un alcance más amplio, presentada en diferentes formatos.
Por otro lado, todo el material que provenía de mi archivo y casi todas las obras creadas a lo largo del proceso fueron destruidas al final del mismo. Existe una clara intención transgresora en esta destrucción de objetos y documentos acumulados, por el valor que se les da en nuestra sociedad, puesto que en la llamada “sociedad de la información”, la información es considerada riqueza y nuestra sociedad capitalista identifica riqueza con acumulación; de este modo, el hecho de destruir información acumulada es destrucción de riqueza y tiene por lo tanto una intención política.
Papel mojado
Este trabajo en proceso empezó el 2007 como reportaje fotográfico. El concepto básico era ir recogiendo imágenes de papeles, carteles, pegatinas, diarios, etc., medio arrancados o tirados por el suelo en la ciudad, tanto de Barcelona como otros lugares por donde iba. Los contenidos eran fundamentalmente, aunque no exclusivamente, de cariz reivindicativo, y fotografiarlos medio arrancados o echados a perder, era un tipo de metáfora de cómo aquellas reivindicaciones, y las promesas que podrían haberse recibido a cambio, eran papel mojado, una visión cínica pero bastante realista de la realidad cotidiana.
Posteriormente, otras temáticas se añadieron al reportaje. Por un lado, fruto de mi interés por la memoria histórica, había sido documentándome sobre determinados aspectos de la guerra civil española -un tema que me interesa a nivel personal-, y contaba con fotografías de libros, del centro de estudios de la batalla del Ebro y del pueblo viejo de Corbera d'Ebre, entre otros. Las expectativas que levantó la Ley de la Memoria Histórica y la posterior decepción que causó su formulación hicieron decidirme a incorporar estas imágenes dentro de estos “papeles mojados”.
Más adelante se añadieron fotografías de diarios, de espacios y de objetos, de estantes de libros a diferentes bibliotecas, fotografías de todo tipo de papeles en las vías públicas... Siempre con esta idea del exceso y el efimereidad de la información, otro de los temas que he trabajado en el pasado.
Se hicieron más de 3.800 fotografías de esta parte del proyecto, antes de la selección. La cámara utilizada es una cámara digital de gama baja, una Nikon L10. Dado que la intención de este reportaje era ir captando las imágenes encontradas en cualquier momento, quería una cámara sencilla y que pudiera llevar encima en todo momento. La opción por la baja tecnología es una constante en mi trabajo y esta cámara cumplía todos los requisitos.
Taller de reciclaje conceptual de papel
Esta parte se planteaba como una última revisitació a mi archivo de diarios y otra documentación que conservaba. La documentación estaba guardada en 9 cajas de 37 x 24 x 18 cm, que contenían diarios, papeles, libros, flyers, postales e invitaciones a exposiciones, anotaciones manuscritas, DVDs y algún vídeo. Las temáticas eran diversas, desde política internacional, cultura, y otros temas que en su momento me interesaban lo suficiente como para conservarlos. El material estaba datado entre principios de los 90 y la actualidad, aunque había algún material más antiguo, como una colección de libritos sobre política que conservaba desde el año 77-78.
La primera parte del proceso consistía al hacer el registro fotográfico de todos y cada uno de los documentos conservados. Esta parte se planteaba como una performance que podía ser realizada tanto a puerta cerrada como con la presencia otras personas, a quienes iría explicando qué representaban los diferentes materiales, lo que eran, su contexto, por qué los estuve guardando tanto de tiempo, etc, o contestar a sus preguntas; quizás podría conservar alguno de ellos, si me interesara, justificándolo; también los asistentes podrían quedarse alguno, si lo desearan y explicaran el porqué –de aquí la idea de presentarla irónicamente como “taller de reciclaje conceptual”-, todo esto con una intención performàtica. Una parte de los documentos ha sido reciclada después de ser fotografiado y otra parte ha sido intervenida performáticamente.
Los cambios de las fisonomía del estudio también se documentaron fotográficamente.
La performance estaba planteada de tal manera que era a la vez un fin y un medio. Un fin como performance duracional a lo largo del tiempo, que podía ser visitada por el público en diferentes momentos y un medio para generar la documentación fotográfica que se utilizaría en una fase posterior del proyecto.
Sobre el material
El material utilizado son los restos de mi archivo, del que me he ido deshaciendo desde 2000 en mis performances, en total 9 cajas de material diverso.
La sociedad actual genera más material escrito del que es posible asimilar con el tiempo de que disponemos. La idea que conformó este archivo fue apartar todo aquello que parecía interesando para leerlo “cuando tuviera tiempo”, tiempo que nunca llegó. Cada una de las partes de este proceso performático de deshacerme de las diferentes partes de mi archivo implicaba una última revisitación que me permitía recuperar aquel tiempo. La última revisión permitía completar el destino del archivo y el de su contenido, a pesar de que ya era obsoleto.
La lectura del archivo aunque en un tiempo decalado calma la angustia existencial de “no estar informado” pero provoca una curiosa distorsión en el continuum temporal, porque lo que se lee pasó ya hace años. Esta angustia es una de las “cruces” de las cuales he hablado en otras de mis trabajos, y esta lectura decalada se convierte, por su falta de utilidad, en diversión y, al no encajar en el paradigma dominante, en subversión.
Sobre el proceso
En un primer momento, el proceso de trabajo con los material dentro de este “taller” siguió la misma dinámica de los carteles enganchados en los espacios públicos, en los cuales las diferentes capas se superponían, una información escondía la anterior, además de haber trozos arrancados. Llegado a un punto, con un cierto número de capas, el conjunto adquiría volumen y consistencia, dejando de ser un plano bidimensional para convertirse en un objeto tridimensional. Fruto de este primer proceso fueron los murales y las cruces realizadas con los flyers e invitaciones a actividades culturales.
Todo este proceso también fue documentado fotográficamente.
En un momento dado, el proceso llegó a un punto de inflexión conceptual, abandonando el modelo constructivo de los carteles en el espacio público. A partir de entonces, los objetos construidos estarían determinados por el contenido de su material constitutivo. Significado y significante tendrán una estrecha relación, los objetos intervenidos performáticamente serían “performativos”, pasarán de la palabra a la acción.
Papel mojado. El vídeo
La última fase del proyecto fue la realización de un vídeo con las fotografías tomadas a lo largo de todo el proceso, unas 5.000. La intención era plasmar físicamente la sobreinformación de la cual hablo con un vídeo montado fotograma a fotograma a partir de las fotografías sobre una pieza musical compuesta por mí, Le miroir (enfin) cassé.